Paseo

Recorrido por siete puntos emblemáticos en el centro histórico rosarino.

Jueves 3 de octubre, 18,45hs.


Desde la Licenciatura en Turismo (FCPOLIT-FCECON), invitamos a los y las participantes de TICAR UNR a realizar este recorrido por siete puntos emblemáticos en el centro histórico rosarino.  Como integrantes de la comunidad universitaria, nos sumamos en calidad de anfitriones para acompañar a nuestros visitantes en este paseo, que tendrá su punto inicial en la Sede de Gobierno de la UNR. Un edificio de gran valor patrimonial que es parte de la historia misma de la ciudad. Recorreremos el centro histórico hasta llegar al Monumento Histórico Nacional a la Bandera, símbolo patrio, referencia artística, expresión del espacio público donde la ciudadanía se re-presenta, se hace visible. Nuestra caminata culminará junto al Paraná, uno de los rostros de la identidad local, emergente de una transformación social y urbanística en la que Rosario decidió volverse sobre el “río marrón”. ¡Los y las esperamos!

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“Lo que nosotros veíamos era que la gente que entraba en el café lo hacía únicamente para mirar la mancha desde aquellos tres difundidos metros de distancia, y que después de mirar la mancha, la gente se iba del café sin consumir siquiera un miserable cafecito. Nosotros también eludíamos el sector de la mancha, no por temor sino por si acaso, y a veces nos daba pena verlo a don Luna dirigirse con el balde, el trapo de piso y la botellita de detergente hacia las siete baldosas y tratar de borrar la mancha que había dejado el ex taco de Corrales, una mancha oscura y ondulada, como un gigantesco ciempiés que 48 medía casi siete baldosas de largo por media de ancho. Trabajo que durante tres o cuatro meses resultó tan completamente inútil que una tarde vimos que don Luna, en lugar de dirigirse hacia la mancha con los implementos de limpieza, lo que llevaba en una mano era un martillo. Después vimos que don Luna, arrodillado junto a la mancha, como siempre, pulverizaba minuciosamente las siete baldosas con el martillo, y no solo minuciosamente, observamos, sino con un fervor particular, como si en lugar de destruir hubiera estado construyendo. Y vimos también lo que hizo después: fue hasta el mostrador y volvió con un tachito y una pila de siete baldosas nuevas, relucientes. Entonces vimos cómo extendía la mezcla en el hueco que habían dejado las siete baldosas recién pulverizadas y cómo colocaba las siete baldosas nuevas, con qué amor particular lo hacía. Y escuchamos lo que dijo luego, cuando se paró y contempló las siete baldosas inmaculadas: —Ahora sí —dijo don Luna restregándose las manos.”

Extracto de la novela El taco de ébano (1962), de Jorge Riestra (1926-2016), patrimonio de la cultura rosarina.